Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2016

COLA DE RIENZO Y PETRARCA: EL DICTADOR Y EL ARTISTA (5)

« En el Capitolio, donde vivimos una honrada vida bajo el reino de la justicia. Nicolás, el severo y clemente, por la gracia de nuestro misericordioso señor Jesucristo Tribuno de libertad, de paz y de justicia, e ilustre salvador de la sagrada república romana, envía saludos y deseos de abundante felicidad y honores para el señor Francesco Petrarca, el de la más ilustre fama, el más digno poeta laureado, y su bienamado conciudadano ». La respuesta de Cola di Rienzo a la fervorosa carta de Petrarca es escueta y más bien fría, y en ella el Tribuno se sitúa en un escalón bastante más alto que el poeta. El tono es de benévola condescendencia, el que corresponde a la magnanimidad del que ha recibido el merecido homenaje de un inferior. Petrarca percibe la falta de entusiasmo, pero se convence de que es debida a la carga de trabajo del héroe. Procede a su vez a responder: « Has ascendido a un alto pináculo en el que estás expuesto a la mirada, a la crítica, y al juicio no solo de lo

LA PONENCIA

Publicado en El Mundo/El día de Baleares. 25/03/2016

COLA DI RIENZO Y PETRARCA: EL DICTADOR Y EL ARTISTA (4)

Pentecostés de 1347. Los romanos que pasan por delante de la iglesia de Sant'Angelo in Pescheria se ven sobresaltados al brotar de ella, entre fanfarrias y estandartes, un grupo de hombres armados. Su líder, precedido por varios heraldos, lleva reluciente armadura y la cabeza descubierta. Hace unas semanas ha aparecido en las paredes del templo una pintura que anunciaba algo parecido: un ángel saliendo de la iglesia, portando una espada desnuda y decidido a salvar a la siempre atribulada Roma. El ángel resulta ser Cola di Rienzo. Ha pasado toda la noche arrodillado, y ahora el notario, que nunca antes ha manejado un arma, emerge empuñando una espada. La acción es el resultado de semanas de incansables reuniones secretas con comerciantes y miembros de la pequeña nobleza romana, todos ellos hartos de la decadencia de Roma, la inseguridad de sus calles y la rapacidad de los gobernantes. Los conspiradores saben que la milicia senatorial ha sido enviada fuera de la urbe para escolt