Como sin duda sabrán, a lo largo de esta semana se ha celebrado un certamen, convocado por el egregio vate Sans-Foy. Se trataba de crear un poema dedicado a Zapatero.
Por una serie de circunstancias lamentables -en especial el retraso de los albano-kosovares enviados a los miembros del jurado para que patrocinaran mi candidatura- mi obra no ha sido la elegida. Veleidades de la fortuna, que espero corregir en posteriores ocasiones mediante el empleo de sicarios calabreses más puntuales que los actuales. Era èsta:
Un par de dioses menores
para el ocio entretener,
quisieron crear un ser,
con un barro de colores
(eran cursis creadores).
Construyeron un muñeco
de espaldas cargado, enteco,
con la ceja circunfleja,
sonrisa de oreja a oreja
y completamente hueco.
Solo faltaba dotar
al sonriente artefacto
de razonamiento abstracto,
de sustancia, del pensar,
de capacidad de hablar,
pero ya estaban cansados.
“¿Que importan los resultados?
Nuestra intención era buena”
(Estos dioses, una pena,
eran progres consumados)
“Le doy como paliativo
la habilidad endiablada
de hablar y no decir nada,
un sectarismo agresivo
y un gran poder destructivo.
Irá con tan buena maña
donde a la gente se engaña
con tres o cuatro gracietas
porque ve el mundo en viñetas.”
“Pues no digas más: a España.”
Y allí fue desembarcado
y empezó a hablar a su antojo:
“Mi caasa”, “mama”, “soy rojo”,
“a mi abuelo han fusilado
y el otro… se me ha olvidado”
Bien aprendida esta lista
llegó a líder socialista.
Y con su cháchara loca
y mucha kale borroka
hizo a España peronista.
Desde el cielo bien se ve
el triste país en ruinas.
“La que hemos montao ¿qué opinas?”
“Tú tranquilo dejalé
que eche la culpa al PP.”
Y colorín colorado
este cuento no ha acabado
pues por el páramo seco
el diabólico muñeco
sigue desencadenado.
Comentarios
(aunque Mesié le riña)